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Tras la muerte de Cortés el 2 de diciembre de 1547 en suelo español, sus restos fueron
depositados en el Monasterio de San Isidoro del Campo, cerca de Sevilla, como había dejado asentado en su testamento, sin embargo, también había dejado en encomienda que, después de un tiempo, sus restos fueran regresados a la Nueva España, lo que sucedió alrededor de 1566, cuando fue inhumado junto con su madre en el convento de San Francisco en el pueblo de Texcoco. Después, en 1629, fue trasladado al monasterio
franciscano, en la ciudad de México, depositado primero junto al altar mayor y, después,
reubicados en la pared trasera del retablo principal.

En 1794, las autoridades virreinales trasladaron sus despojos a un pequeño mausoleo dentro de la iglesia anexa al hospital de Jesús Nazareno, edificado éste, en 1524 bajo sus órdenes.

Después de consumada la independencia, el ministro Lucas Alamán, removió los restos del mausoleo, por temor a que fueran profanados, dado el fervor nacionalista del momento, depositando la osamenta en una urna bajo la tarima del altar mayor del templo del hospital de Jesús Nazareno. Años después, ya calmados los ánimos, sus restos fueron recuperados y colocados en un nicho construido a un lado del mausoleo que anteriormente los había resguardado.

Tras 110 años ignorados, en 1946, luego de hallar el acta notarial donde se informaba de la localización de la última morada de los restos del conquistador, el antropólogo Javier
Romero, jefe del departamento de Antropología del Museo Nacional, procedió junto con
un grupo de colaboradores, a exhumar y examinar los huesos para determinar si pertenecían a Cortés. Romero observó que el material óseo correspondía a un sólo sujeto, de sexo masculino, de edad avanzada y de baja estatura, con huellas de enfermedades causadas por traumatismos, por lo que se pudo concluir que muy probablemente, los huesos encontrados el 24 de noviembre de 1946 en el templo de Jesús Nazareno de la Ciudad de México, pertenecieron a Hernán Cortés.

Los restos se reintegraron al sitio donde fueron localizados y se encuentran bajo resguardo del Instituto Nacional de Antropología e Historia por decreto presidencial.

Norma Elena Rodríguez Hernández
Investigadora del MNI-INAH

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