Durante la época prehispánica, el maíz jugó un papel muy importante en todos los ámbitos de la vida del ser humano. Como base de la alimentación, eje de la actividad económica, hasta como parte de la vida religiosa, el maíz fue considerado vital. Formó parte de la cultura de muchos pueblos, por ejemplo, en el centro de México entre los pueblos nahuas, el maíz no sólo fue sustento alimenticio, sus hojas fueron utilizadas para la fabricación de cestería y envoltura de otros alimentos, sus raíces como abono, la caña como golosina y los cabellos tenían uso medicinal. Existían diferentes nombres para nombrarlo, de acuerdo a sus estados de madurez: xilotl, cuando era tierno y lechoso, elotl cuando estaba fresco con los granos ya formados y centli cuando la mazorca ya está seca. Los granos eran conocidos como tlaolli, como la planta, cuando se hablaba de ella en general.
En el aspecto religioso, el maíz fue asociado a diversos dioses: con Tláloc, dios de la lluvia y Chalchiuhtlicue, diosa de las aguas terrenales, a partir de los ciclos de cultivo, con Chicomecóatl, diosa de los mantenimientos, y con Tezcatlipoca a quien se le dedicaba la fiesta de la cosecha. Su importancia era tal, que cada etapa de su desarrollo estaba representada por una deidad, de tal forma que cuando el maíz era tierno era representado por Xilonen, el dios del maíz maduro era Cintéotl, mientras que la diosa del maíz seco era Ilamatecuhtli.
Norma Elena Rodríguez Hernández
Investigadora del MNI-INAH