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Este mes de marzo se cumplen 500 años de la llegada de Hernán Cortes y sus huestes a tierras de Tabasco. El 12 de marzo de 1519 entraron en la desembocadura del río Tabasco (hoy Grijalba), cerca de la ciudad de Potonchán, habitada por una etnia maya-chontal. Al día siguiente celebraron misa, la cual fue la primera ceremonia cristiana en tierra continental de México. Solicitaron al cacique de la ciudad, Taabscoob, agua potable y provisiones, pero al ser rechazados atacaron y tomaron la ciudad. El 14 de marzo, Cortés mandó dos partidas de soldados a explorar tierra adentro, sin embargo, una de ellas fue atacada por contingentes indígenas provenientes de toda la región, en un paraje conocido como Centla, con lo que se entabló una batalla campal cuando Cortés y el resto de sus tropas acudieron al auxilio de sus compañeros. Aunque los españoles pelearon en abrumadora desventaja numérica (poco más de 400 contra miles de indígenas), salieron victoriosos gracias a que las armas de fuego y los caballos asustaron a sus enemigos, quienes desconocían semejantes elementos bélicos. Esta fue la primera ocasión en que el caballo participó en una batalla en tierra americana.

Al día siguiente, Taabscoob envió al campamento español una serie de presentes (joyas, pieles, animales domésticos, plumas de aves preciosas, etc.) como tributo por su derrota, incluidas 20 jóvenes mujeres, entre las que se encontraba Malintzin, que los españoles bautizarían como Marina, la futura intérprete de Cortés. El encuentro entre Cortés y Malintzin dio a la batalla de Centla un carácter crucial.

Faustino Amado Aquino Sánchez
Investigador del MNI-INAH

Imagen: Cortés y Malintzin, grabado del s. XIX

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