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A pesar que Mesoamérica logró un alto grado de desarrollo en áreas como la astronomía, las matemáticas, la arquitectura o en lo social como los mexicas que buscaba la expansión territorial, así como el dominio y sujeción de los pueblos para obtener tributo, su desarrollo tecnológico básicamente se mantuvo igual desde la edad de piedra, sólo desarrollada para permitirles generar los excedentes alimenticios necesarios para mantener el modo de vida que acostumbraban.

En el caso de la obsidiana, los yacimientos se encontraban en dos regiones: en los límites de los estados de Puebla e Hidalgo, y entre Michoacán y Jalisco. Dada su difícil transportación y manejo, se conservaron las mismas técnicas para la producción de herramientas primero y después artefactos ornamentales y religiosos. Estas técnicas son principalmente dos: la talla, que se basaba en el control de la fractura de la piedra con golpes precisos y el pulido, que requería además el desgaste de los bordes para obtener una pieza alisada.

En el caso de herramientas, la obsidiana era muy preciada, dada su consistencia vítrea y la facilidad para conseguir el filo necesario para realizar cortes. Con ella se podían fabricar puntas de proyectil y navajas para usarse como puntas de lanza, de flechas o en átlatl, durante las batallas; cuchillos para corte de carne, madera, pieles, y posteriormente con fines religiosos, como en el caso de los cuchillos de sacrificio humano.

Norma Elena Rodríguez Hernández
Investigadora del MNI-INAH

Imagen: Puntas de proyectil ensartadas en flechas. Lienzo de Tlaxcala, cuadro 54.

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