Entre las sociedades que vivían en la cuenca de México, como en muchas otras, durante la época prehispánica, el anciano era visto como un cúmulo de experiencia, una persona que ofrecía buenos consejos, pero también que aplicaba ejemplares castigos. Un individuo era considerado viejo cuando lograba llegar al ciclo cincuenta y dos de su vida, sin embargo, era hasta los setenta años cuando lograba el respeto de la comunidad, se le dispensaba de ciertas obligaciones como la exención del pago de impuestos, en el caso de los hombres, y adquiría algunos derechos, como la asistencia en los partos, en el caso de las mujeres. Llegaban a formar parte del consejo de ancianos que regían cada uno de los calpullis o barrios.
Los ancianos adquirían fama y honra, y eran los encargados de "gestionar" o concertar el matrimonio entre los mancebos desposados, dándoles "buenos consejos de cómo tratarse y vivir, la carga y estado que tomaban, y cómo lo habían de conservar para vivir con descanso". También, tanto el hombre como la mujer que lograban llegar a la edad de setenta años tenían el privilegio de tomar la bebida sagrada: el pulque u octli, pues recordemos que era castigado con la muerte quien lo bebiera en juventud, pues esta licencia sólo era propia del tlatoani.
Norma Elena Rodríguez Hernández
Investigadora del MNI-INAH
Imagen: Ancianos con la libertad de embriagarse con pulque. Códice Mendoza, lám. 71.
En: http://www.codicemendoza.inah.gob.mx/index.php?
Histórico del Breviario Cultural