La indumentaria prehispánica ha sido objeto de diversos estudios que se han basado en fuentes escritas posteriores a la conquista, así como en objetos de cerámica en las que se representan personajes con ciertos atavíos. De esta forma, sabemos del uso de prendas como el máxtlatl o taparrabo, el huipil o el quechquemitl. Sin embargo, poco se habla del calzado, dado que era un elemento empleado casi exclusivamente por las clases altas de la sociedad o en ocasiones ceremoniales muy especiales, por lo que su uso y forma sólo puede ser reconstruido a través de las representaciones en códices, esculturas, cerámica decorada y figurillas.
En esa época, los mexicas usaron el cactli, que era una especie de sandalia que dejaba descubierto el dorso del pie, únicamente cubriendo el talón, y que llevaba unas correas que sujetaban la suela. Ésta, estaba fabricada con cuero de ciervo y piel de jaguar, y todo ello estaba cosido con hilo de yuca, palma, henequén o maguey que proveía el ixtle, que es una fibra muy resistente extraída de éste. Los mexicas diferenciaban el estrato social según el atuendo de las personas, por lo que el cactli sólo era usado por emperadores (tecpilcactli), sacerdotes, guerreros, mientras que los mercaderes de alto rango, usaban los llamados potzolcactli de piel de zorro. Durante las ceremonias a Huitzilopochtli, los cautivos que serían ofrendados en sacrificio al dios, eran ataviados con los trajes que lo representaban, el calzado para la ocasión era el itzcactli o sandalias de obsidiana, aludiendo al color negro y al brillo que producían los granos de pirita que se le adherían para que brillaran, semejando las estrellas. Las mujeres y los macehuales, al parecer, no usaban ningún tipo de calzado.
Con los primeros españoles, llegaron ganaderos, curtidores y zapateros que establecieron sus talleres en la Nueva España. Se introdujeron nuevos materiales para su elaboración como las pieles de res, de ovejas, de cabra y cerdo, y al cactli se le incorporan algunas técnicas españolas, convirtiéndose en huarache o sandalia. Así, el cactli o huarache es un vestigio de la antigua indumentaria prehispánica y su uso aún perdura.
Norma Elena Rodríguez Hernández
Investigadora del MNI-INAH