En la historia no han faltado mujeres que en la guerra se han incorporado a unidades de combate para pelear como cualquier soldado, incluso ejerciendo mando de tropa. En México uno de los casos más conocidos es el de Ignacia Riechy, quien nació hacia 1816-1818 en algún lugar del actual estado de Jalisco, en el seno de una familia acomodada. Desde joven mostró aptitudes para actividades tradicionalmente asignadas al sexo masculino, pues se encargó de la administración de la finca familiar con todas las rudezas, fatigas y exigencias de liderazgo que ese trabajo supone. En 1847 denunció a los gobernantes que por ineptitud o traición perdieron la mitad del territorio nacional a manos de los estadunidenses, se declaró enemiga de Santa Anna y adicta al partido liberal y sus caudillos, en especial los generales Santos Degollado e Ignacio Zaragoza. Así, durante la dictadura de Santa Anna (1853-1855) y la Guerra de Reforma (1857-1860) sirvió como correo y espía de los liberales.
Luego de varias campañas contra los franceses en los estados de Jalisco y Michoacán fue ascendida a comandante de los Lanceros de Jalisco; para entonces ya había ganado el aprecio de varias poblaciones michoacanas, como Uruapan. Sin embargo, su aspecto personal, francamente lésbico, no dejaba de llamar la atención y el 16 de enero de 1865, durante la celebración de un sonado triunfo liberal en el Mineral del Oro, fue objeto de bromas y burlas. Según algunos testimonios, la dureza de la vida militar había minado su estado de ánimo, y al parecer este último trago amargo la orilló a quitarse la vida. Fue sepultada el 17 de enero en el panteón de Zitácuaro con los honores de su grado.
Faustino Amado Aquino Sánchez
Investigador del MNI-INAH
Retrato idealizado de Ignacia Riechy, circa 1895