Durante la época prehispánica, el gran manantial de Acuecuexco alojó chinampas y satisfizo las necesidades de la comunidad de Huitzilopochco; pero el ojo de agua fue también lugar tanto de brujos como de hechiceros donde, según relata Fray Diego Durán, se realizaban ceremonias de iniciación y se extraían insumos de sus chinampas que servían para curar a los enfermos. Hacia 1498, el tlatoani Ahuizotl hizo llevar las aguas de este manantial a la imperial Tenochtitlan, a partir de entonces las calamidades se apoderaron de la región.
Tzutzuma, el jefe hechicero de Coyohuacan, fue asesinado por oponerse a los deseos de Ahuizotl; a los cuarenta días de culminado el acueducto, Tenochtitlan se sumergió en las aguas provenientes del Acuecuexco; en consecuencia, Huitzilatzin, señor de Huitzilopochco, fue ejecutado por haber autorizado la obra y el propio Ahuizotl murió a causa de una caída que sufrió en el contexto de la inundación.
Ya durante la colonia se mantuvieron latentes los presagios a los que Tzutzuma había hecho referencia siglos atrás. El manantial fue donado por Pedro de Cortés al Convento de Churubusco y más tarde el virrey Diego Pimentel, Marqués de Gelves, asignó su usufructo a los frailes dieguinos, pero los indígenas del pueblo de San Mateo requerían también de sus aguas para regar los sembradíos, así, el ojo de agua se convirtió nuevamente en la fuente de litigios entre los recién llegados y los antiguos pobladores, además, las aguas del lugar inundaron el Convento en 1761 inhabilitando por completo la planta baja y la iglesia.
En uno de los expedientes del Fondo Conventual Churubusco se encuentra un documento que ordena: ?En justicia del Partido, haga comparecer del gobernador y oficiales de República del pueblo de Churubusco, y les notifique contengan a los individuos [?] para que no perjudiquen en manera alguna la toma de Agua que se retiene, ni menos la huerta del Convento de los Religiosos Dieguinos de dicho Pueblo, con apercibimiento que se procederá contra ellos y contra el que delinquiere, en la forma que haga lugar [?]?1, de manera que los pobladores de Churubusco continuaron siendo culpados por las calamidades que el enigmático Acuecuexco atraía sobre la región.
Tania Arroyo Ramírez
Archivo Histórico