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Ex Convento de Churubusco

Origen del edificio

Entre los siglos XVI y XIX, sacerdotes, novicios y frailes coristas y legos dieron vida al Convento y Colegio de Nuestra Señora de los Ángeles de Churubusco. Tras la conquista, se estableció en el lugar entonces llamado Huitzilopocho, un pequeño asentamiento franciscano con la intención de evangelizar a sus habitantes, cambiando su nombre a San Mateo Huitzilopochco. El sitio fue asignado a los franciscanos de la Provincia del Santo Evangelio y, debido a que ya contaban con una iglesia y una residencia clerical, en 1538 se convirtió en “visita” del convento mayor de San Francisco de México, siendo usado con motivo de retiro o simplemente para prepararse para viajes más largos.

San Diego Churubusco

En 1589, al Convento se le asignó la advocación a Santa María de los Ángeles; y, dos años más tarde, cuando Fr. Diego de San Pedro logró su donación, fue admitido en la Comisaria de la Nueva España quedando a cargo de la orden de San Diego, a partir de ahí, los frailes comenzaron a recibir novicios para la evangelización. Al principio, sus miembros eran de origen español y, conforme a las pautas establecidas por la sociedad novohispana, cada aspirante debía mostrar su cédula de limpieza de sangre y fe de bautismo. 

Una década más tarde, el Papa Clemente VIII erigió la Provincia de San Diego con siete establecimientos dentro de los que se incluyó a Churubusco. Desde este momento, con la ayuda de patronos y benefactores como Pedro Cortés, descendiente del primer conquistador; Miguel Franco Pavón, fundador de una capellanía; y Pedro de Cetina, un benefactor del convento, el asentamiento fue ampliándose poco a poco.

Restauración del Convento

Pese a ello, la primera gran intervención del recinto se realizó en 1678, cuando Diego de Castillo, un mercader de plata, vecino de México y natural de Granada, y su mujer, Doña Helena de la Cruz, impulsaron la completa reedificación de la Iglesia y el Convento, el lugar alojó entonces a treinta religiosos y se le estableció en los Capitolios formalmente como Casa de Noviciado.

En 1806, el Convento sufrió otra renovación importante luego de que el refectorio y la sala de Profundis se inundara. Gracias a excavaciones arqueológicas, se ha encontrado lo que probablemente sea el piso original del espacio, estos restos se encuentran situados a más de dos metros de profundidad, además de subir el nivel de ambos espacios se colocó un lambrín de azulejos amarillos y azules que todavía hoy se pueden apreciar con el fin de evitar la humedad.

Tania Arroyo, investigadora